Un modo complejo de aprender: explorar VI

Porque el carácter indagador era una característica del hijo cuando era bien pequeño: estaba permanentemente probando y preguntando. Pero de aquellos continuos "¿Por qué...?" la mayor parte de los niños fue pasando a dejar de preguntar, al silencio pasivo.

Necesitamos que los niños vuelvan a preguntar y pregunten mucho. Quien pregunta está en pleno proceso de descubrimiento: ha captado una norma, una regularidad cuyo sentido final aún se le escapa, o ha advertido la consecuencia de una causa, pero esta causa no la tiene todavía suficientemente clara.

En una palabra, quien pregunta a los otros es porque ya se ha preguntado a sí mismo, es porque está averiguando si la respuesta de los demás coincide con la suya.

Debemos responder a cada pregunta que formule nuestro hijo con lo que sepamos, pero antes de darle nuestra respuesta tenemos que preguntarle su propia opinión: "¿y a tí, qué te parece?".

Después de que él hable, conociendo qué es lo que el niño piensa, nosotros le contestaremos con la mejor información que tengamos, de una manera sencilla y clara y abriremos el diálogo entre lo que él cree y lo que se sabe en ese momento, sin imponérselo sino tratando de que lo comprenda, lo reelabore él mismo con sus propias experiencias.

Debemos responder las preguntas de los niños, pero tanto como eso debemos mostrarles que nosotros, más que llenos de respuestas, estamos también llenos de preguntas, de dudas, de cosas que nos gustaría aprender. Será un juego el hacer más preguntas que el otro, preguntas más difíciles.

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