Aprender de los otros, aprender con los otros

Si hemos recorrido el parque y aprendido miles de cosas en él, tenemos que procurar mejorarlo: llevaremos una planta que allí no hay, pondremos un cartel con el nombre de un árbol poco conocido, sacaremos una fotografía de él para enviar a niños de otra ciudad, marcaremos en un lugar adecuado un arco o una cancha de fútbol; si hemos entrado en el mundo de la cocina, confeccionaremos un mueble para los productos de limpieza, clasificaremos las recetas de cocina en un álbum, pediremos nuevas recetas; si nos detuvimos a aprender en la parada del ómnibus, prepararemos un letrero que diga las líneas que por allí pasan y sus destinos respectivos, buscaremos a otros niños para pintar o mejorar el refugio de los que esperan, etc., y así en cada ocasión: que el niño sepa que las grandes realizaciones comienzan por las pequeñas acciones, que los parques se inician plantando los árboles uno a uno, que los sitios se escriben palabra por palabra, que los grandes-edificios se levantan entre muchas personas ladrillo a ladrillo.

Necesitamos, pues, ser más inteligentes para cambiar los objetos, el entorno, pero también para ayudar a los demás a cambiar, a saber más, a actuar mejor y, quizá lo.más difícil, para cambiar nosotros mismos, tomando conciencia de nuestras carencias, de nuestros errores, de nuestras inconsecuencias, de nuestras contradicciones, en una actitud de total sinceridad con uno mismo y de apasionado esfuerzo por construirnos permanentemente.

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