Los hijos y ustedes: ¿cómo hacer para desarrollar la inteligencia juntos?

Mi propuesta es muy sencilla: mientras se hacen las compras, los arreglos, mientras se lava la ropa o se cocina, mientras estamos metidos en medio de esa realidad tan compleja que es la vida del hogar, aprovechemos esas tareas, esas horas, para hacer que nuestros hijos sean más inteligentes.

Ustedes están acostumbrados a pensar que un niño se hace más inteligente sentado, cuando escribe o estudia, y eso los llevará a preguntar: -¿Qué tienen que ver los mandados, la cocina, el ropero, con aprender a resolver "problemas", a sacar menos faltas en los dictados, a leer más rápido, a saberse las lecciones?

Yo les contesto: -¿Y qué tienen que ver los dictados, las fechas históricas, los ríos de Europa con que el niño sea capaz de descubrir y comprender el mundo que lo rodea para poder actuar en él; el mundo real y no el de las túnicas y los cuadernos?

A esa capacidad que se va construyendo, llamamos hoy inteligencia.

Es en la realidad, en la vida en el hogar, en el barrio, en la playa o el río donde se motivará y se aplicará; depende entonces de nuestra propia inteligencia abrir las puertas de ese mundo atractivo y sorprendente en el que le toca vivir a los niños. Mejor aún si vamos juntos abriéndonos a nuevos conocimientos en los que a veces nos adelantamos nosotros y en otras ocasiones nuestros hijos nos enseñan.

En la lista de tareas figura (¡ cuando no!) traer comestibles del almacén. Pero la ida de hoy no va a ser el nuevo cumplimiento de una rutina: hoy no iremos al almacén ése donde parece que no vemos, no olemos, no oímos porque se fue cerrando a nuestros sentidos cada vez que entramos en él, como si ese rato fuese un paréntesis en nuestra vida.

Por el contrario, hoy entraremos con nuestro hijo al maravilloso mundo del almacén.

Los avisos en la puerta nos avisan de las ofertas semanales. Las leemos, intercambiamos ideas acerca de su interés.

Cuando entramos, sentimos que la mercadería atiborrada se nos viene arriba, se nos confunde toda.

Hay algunos clientes que llegaron antes que nosotros. Tenemos tiempo de mirar... y nos damos cuenta de que en ese aparente desorden vamos reconociendo zonas donde se encuentra una clase y no otra de mercadería: los artículos de limpieza están todos juntos, y separados de los comestibles; los productos que rápidamente se descomponen están juntos, encerrados en el refrigerador; hacia un lado una gran montaña de enlatados, hacia otro los casilleros de bebidas.

Allá están los aceites: hay de distintas marcas, de distinto envase y también de distintos componentes. Los anuncios señalan: aceite de maní, de soja, de girasol. ¿Habrá aceite de maíz? ¿De trigo?

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