Si la palabra escrita fue el modo predominante de transmitir conocimientos durante varios siglos, es evidente que hoy es sustituida en muchos casos por la información recibida a través de las imágenes visuales y auditivas que nos llegan a través del televisor.
¿Puede convertirse el televisor en aliado en nuestro esfuerzo por hacer más inteligentes a nuestros hijos?
Si comparamos la situación de un niño que juega con sus amigos con la de otro que mira el televisor, resulta claro cuándo se promueve la actividad, la espontaneidad, la participación y cuál de los modos lleva al niño al aislamiento y la pasividad.
Hay otros aspectos en los que la incidencia de la televisión es negativa: el mensaje que nos llega trasmite valores que no son siempre los que comparten los padres: así se jerarquiza el consumo por encima de todo, los niños que son felices son los que consumen, los que compran, los que están rodeados de objetos; se jerarquiza la violencia y los héroes son quienes pegan más fuerte, quienes traen las armas de destrucción más potentes.
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